Ruido submarino causado por humanos produce sordera en tortugas 🐢🚢

Una investigación reveló que actividades como el transporte marítimo generan ruido excesivo dentro de los  entornos marinos, cuestión que ha dañado la audición de las tortugas, afectando su capacidad de comunicación para evitar a los depredadores.

Las consecuencias de la actividad humana también se reflejan en el ruido en los océanos, siendo una gran amenaza para la vida marina. Esto se dio a conocer mediante un estudio elaborado por integrantes de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI), el que reveló cómo la contaminación acústica submarina está causando que las tortugas experimenten una pérdida de audición que puede durar minutos o días.

Actividades como el transporte marítimo y la construcción generan mucho ruido tanto en entornos de agua dulce como salada. “Nuestros hallazgos preliminares son los primeros en respaldar que estos animales son vulnerables a la pérdida de audición bajo el agua después de la exposición a un ruido intenso”, señaló Andria Salas, investigadora de la organización en un comunicado.

Los investigadores se sorprendieron con que un nivel relativamente bajo de ruido afecte en gran magnitud la audición de las tortugas, la cual es esencial para comunicarse entre ellas y evitar a los depredadores. No obstante, es importante recalcar que los nuevos hallazgos podrían tener implicaciones para la supervivencia de algunas especies de tortugas amenazadas. “Más de la mitad de las especies de tortugas terrestres están amenazadas, y la contaminación acústica es un factor estresante adicional por considerar mientras trabajamos para proteger a estos animales”, agregó.

En base al estudio, las tortugas siempre recuperaban su audición luego de la exposición al ruido, tardando entre 20 minutos y una hora. Sin embargo, a veces no recuperaban la audición al final de la hora de prueba, lo que indicaba que necesitaban más tiempo para recuperarse por completo. Este trabajo tiene una cuota de vanguardia, pues en estudios anteriores se han centrado en los efectos del ruido en animales como calamares,  peces y ballenas, pero no tortugas.