Japón e Islandia: Lejos de la compasión por las ballenas

Ballena jorobada frente al “M/V Sam Simon” de Sea Shepherd. Operation Zero Tolereance 2013.

Para comenzar esta columna, es necesario ser enfático en el hecho de que -en muchos casos- vemos que los gobiernos no representan necesariamente el pensar de su gente.

Los gobiernos de Japón e Islandia no son la excepción, a esta tónica. Un gran amigo es oriundo de islandia y, a lo largo de mi relación de activismo junto a Sea Shepherd, he tenido la oportunidad de compartir con voluntarios nacidos en el país del sol naciente. Todos ellos concuerdan en un simple hecho: la caza de ballenas es brutal, despiadada, injustificada y carente de lugar en 2018.

No obstante a lo anterior, quienes lideran los gobiernos de estos países no lo piensan así.

Japón: Ofensiva por retomar la caza comercial de ballenas.

Recientemente, representantes del gobierno de Japón han anunciado que intentarán retomar -abiertamente- la caza comercial de ballenas. ¿Pero cómo, si ellos ya cazan ballenas?

Sí, el país nipón mantiene temporada alternadas (invernal/estival) de cazas de ballena en el Pacífico Norte y Santuario Austral de ballenas de la Antártida. No obstante, estas masacres son disfrazadas bajo el pretexto de “caza científica”, un loop existente y permitido -desde 1986 y hasta la fecha- por la Comisión Ballenera Internacional.

Así, entonces, lo que simplemente busca Japón es dejar de disfrazar la masacre de manera descarada y reconocer abiertamente que todo este tiempo se ha tratado de fines económicos (¿Qué hay de ciencia en el hecho de masacrar ballenas preñadas con arpones explosivos?).

En concreto, lo que el gobierno de Japón buscará plantear es lo siguiente:

  1. Reanudar la caza científica, “pero sólo de aquellas especies de ballenas cuyo número de población permita la sustentabilidad de la práctica, de acuerdo al comité científico de la Comisión Ballenera Internacional”. Estos números no han sido determinados aún, tampoco el tipo de ballenas que se pretenderá cazar.
  2.  Cambiar el sistema de votación a simple mayoría, en estas materias (actualmente esta consiste en 3/4), utilizando el subterfugio de necesidad de empoderar la iniciativa de cooperación entre países.
  3. La propuesta será presentada en Septiembre de 2018, cuando una nueva Comisión Ballenera Internacional sea celebrada en Brasil.

A comienzos de este año, Japón ya cobró la vida de 333 ballenas minke en Antártida, no sólo generando el repudio internacional, sino también desobediendo el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, el cual calificó el plan de “caza científica” de ballenas de Japón como ilegal (estamos hablando en un marco de Derecho Internacional).

De esas 333 ballenas, más de 1/3 estaban preñadas. 

Si bien la cacería comercial está prohibida desde 1986, se estima que aproximadamente 32,000 ballenas han sido asesinadas “en el nombre de la ciencia”. Sencillamente desolador.

Esta iniciativa ya ha generado una fuerte crítica a nivel mundial y se espera que presente un fuerte rechazo, en el mes de Septiembre, durante su discusión en la CBI, tanto por organizaciones no gubernmanentales como por los gobiernos que buscan proteger la vida de estos gentiles gigantes.

Ejemplar juvenil de ballena Minke. Fotografía: Sea Shepherd Global.

Islandia: Cuestión de negocios.

Islandia, a diferencia de Japón, no utiliza pretextos científicos para cazar. No, su gobierno derechamente objeta la moratoria de caza y, desafiándola abiertamente, se autoimpone cuotas anuales de masacre de ballenas de aleta (“fins”, las segundas más grandes luego de las azules).

A 05.07.2018 y ya dos semanas desde el comienzo de temporada, 14 ballenas fins ya han perdido la vida. Restan 150.

Para Islandia, es cuestión de números y negocios. Japón paga muy bien por la carne de ballena, ¿Por qué limitarse, entonces?.

Esta lógica ha generado un gran rechazo en las generaciones más jóvenes, que hasta incluso han creado una propia organización (“Hard to Port”) con el objetivo de luchar por el término de cacería en el país, apostando por una reestructuración en el sistema, como es el caso del turismo de avistajae de cetáceos.

Volviendo a la idea inicial: Los gobiernos en muchos casos no representan el sentir de toda su gente. A veces son sólo minorías las que piensan diferente. No obstante, la historia bien ha demostrado que las minorías sí pueden generar cambios positivos.

Cuando los ideales son movidos por la compasión y empatía, es imposible perder, sólo resistir.