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Cada 21 de enero se conmemora el Día Mundial de la Ardilla, dando visibilidad al cuidado, protección y aporte que otorgan al desarrollo de nuestro entorno natural.
Las ardillas forman parte de la familia Sciuridae, lo que las convierte en primas de una variedad de roedores como las ardillas listadas, las marmotas y los perritos de las praderas, entre otros. Los primeros fósiles de ardillas se remontan a la época del Eoceno, hace quizás más de 30 millones de años.
Estas tiernas criaturas transportan y recolectan semillas, la principal fuente de su dieta, y las almacenan para tener alimento durante el invierno enterrándolas en la tierra, sin embargo, muchas veces no recuerdan dónde las dejaron y quedan olvidadas en el suelo, contribuyendo de esta manera a que germinen de forma natural. Es decir, su sistema de alimentación acaba beneficiando el desarrollo de nuestro entorno natural.
Pero no solo de semillas viven las ardillas, también su dieta la componen muchas frutas, plantas, insectos, bayas y verduras. Además, es comiendo esporas de hongos otra forma interesante en que ellas contribuyen al ecosistema, ya que al excretarlas después de digerirlas, ayudan a descomponer la materia y dan a las plantas la nutrición que necesitan para crecer. De esta forma, las ardillas ayudan a mantener la relación simbiótica entre las plantas y los hongos y ayudan a difundir el crecimiento de las plantas en todo el mundo.
