Los océanos están muriendo

Colillas de cigarros abandonadas, luego de la última bocanada de humo liberada.

Bolsas de plásticos a la deriva, mal interpretadas como medusas flotando y felizmente danzando.

Redes fantasmas olvidadas, con más de alguna inocente vida cobrada.

¿Te suena familiar alguna de las situaciones anteriormente descritas, durante alguna visita a la playa?

Los océanos están muriendo y no es sólo culpa de las brutales prácticas industriales e ilegales a gran escala que muchos criticamos, sino también de nosotros mismos, nuestro antropocentrismo y egoísmo.

Antropocentristas, porque creemos que todo gira en torno a nosotros.

Egoístas, porque sólo nos importa si afecta directamente a nuestro beneficio cortoplacista.

En cierto -y muy cómodo- modo, no podríamos culparnos: Estamos acostumbrados a ello; autómatas pertenecientes a una Sociedad en la cual hemos nacido, crecido y vivido, condicionados y programados a ejecutar y asumir, pero muy pocas veces a pensar o cuestionar.

No sólo la pesca de arrastre -por citar un mero ejemplo- está erradicando la fauna marina de los océanos, sino también toda la basura que nosotros mismos dejamos de manera indolente olvidada en ríos, playas y océanos.

“Da lo mismo, toda la gente lo hace”, “Si lo hago, no pasa nada”, “Es un puchito nomás, qué le hace el agua al pescado”. El agua al pescado (en realidad, al pez) no le hace nada, pero sí la colilla que arrojamos, ya que no sólo podrá ser recogida por un ave y utilizada erróneamente como elemento de construcción de nido, sino que además contaminará entre 8 a 50 litros de agua -como promedio- si es que termina en el mar.

Citando a Paul Watson, fundador de Sea Shepherd: “Si eliminamos a los peces, los océanos mueren. Si los océanos mueren, nosotros -entonces- moriremos. Simplemente, no se puede vivir en un planeta con un océano muerto”. Es un hecho que ya está aconteciendo y no una mera fantasía.

La cita anterior, sólo hace referencia a los peces. Ahora, ¿Qué pasa si a ello sumamos depredadores mayores, como tortugas, delfines y tiburones? El escenario se torna sencillamente desolador.

Los océanos son el motor y soporte del planeta, proporcionando un 50% del oxígeno que no sólo respiramos, sino que también contribuye a regular los ecosistemas y climas en todo el mundo.

Debemos comenzar -si es que aún no lo hacemos- a ser autocríticos y dejar de apuntar al otro por aquello que está aconteciendo y afectándonos a todos.

Los océanos están muriendo y es culpa de cada uno de nosotros. Es hora de abrir los ojos y darnos cuenta de aquello. Es hora de actuar y de generar un cambio, el cual puede verse reflejado en hechos individuales y concretos: NO olvidando la colilla del cigarro, NO arrojando bolsas plásticas, NO convirtiendo en un vertedero aquel lugar que es el único hábitat existente y disponible de otros.

Cuando cambias, cambias el mundo…y no sólo el tuyo, sino que también el de aquellos que no tienen ni los medios, pancartas, fotografías, barcos, redes sociales y tampoco las cuerdas vocales necesarias para decir BASTA.

Los océanos están muriendo, pero aún tenemos la posibilidad de salvarlos.